Prostitucion Sagrada en BABILONIA
Desde que partimos de África, cuna de la humanidad y útero en el que germinan los simbolismos religiosos y espirituales, donde las mujeres eran consideradas semidiosas por ser las portadoras de la vida, los iconos mágicos de la fertilidad pasan a encarnarse en las Diosas Madres, encontramos a lo largo del Neolítico las primeras figuras humanas femeninas que simbolizan a estas Diosas como la Venus de Willendorf que data del 30.000 al 25.000 a. C., es una figura de 11 cm de altura y representa a las primeras diosas de la fecundidad sagrada. Los rituales ancestrales de la sexualidad sagrada dedicados a la Diosa Madre durante la protohistoria pasan a personificarse en Istar como diosa sagrada del amor venal.
El culto a las diosas como creadoras de la Vida y por tanto del Universo conocido, se fue extendiendo por toda la Media Luna Fértil. En Egipto, Sumeria, Babilonia, Fenicia, Grecia y posteriormente Roma.
Los misterios de la Gran Diosa se personifican a través de practicas sexuales en la diosa Istar, esta es considerada la divinidad del amor venal, de la sexualidad sagrada y de la fecundidad. Su Culto aparece en el III milenio a. C. pero será durante el reinado Nabucodonosor hacia el año 575 a. C. cuando se construya un templo en su honor justo en la entrada de la ciudad de Babilonia. Esta diosa tomará distintos nombres cuando se extiendan las practicas mágico-sexuales por todo el Mediterráneo. Tomara el nombre de Astarte en Fenicia, de Afrodita en Grecia y de Venus en Roma.
Herodoto, el padre de la historia, nos narra en sus escritos el culto a esta Diosa, considerada por los babilonios diosa de las prostitutas sagradas o hieródulas y del amor extramatrimonial.
El símbolo de esta diosa de la fertilidad era un huevo, en algunas figuras la representan con un huevo en la mano derecha, es curioso que tradiciones milenarias hayan perdurado hasta nuestros días, llegando a incorporarse rituales ortodoxos de las pascuas actuales.
Cuando las jóvenes babilonias llegaban a la pubertad tenían derecho a contraer matrimonio, pero antes las más bellas, elegidas entre las sacerdotisas del Templo de Istar ofrecían su virginidad a la Diosa e ingresaban en el templo como hieródulas o meretrices sagradas que ejercían el amor venal, con los extranjeros que mediante a la comunión carnal invocaban a la diosa Istar a través de ellas.
Los extranjeros, antes de franquear la puerta de la ciudad, realizaban los ritos mágico sexuales con tan dignas meretrices, a cambio ofrecían un óbolo, que iba destinado a engrosar las arcas del templo.
Las hieródulas practicaban el amor venal o prostitución sagrada, y a cambio la diosa derramaba fecundidad y prosperidad económica a todas las mujeres de Babilonia. Ser prostituta sagrada significaba un honor para las familias de estas jóvenes vírgenes. El ser prostituta sagrada suponía un acto de sacralidad y misticismo, no con la connotación que actualmente tiene. La palabra prostitución proviene prefijo latín prosto que significa sobresaliente, como sobresaliente era la belleza y dignidad sagrada de estas jóvenes.
Los extranjeros después de realizar la comunión carnal con las jóvenes hieródulas sagradas, accedían a la ciudad, su adoración sexual en honor a Istar garantizaba durante su estancia la tranquilidad y buen animo en las transacciones comerciales en el interior de Babilonia. El Código de Hammurabi uno de los primeros compendios de la historia de leyes penales y civiles era de aplicación en toda Babilonia, incluso para los extranjeros, pero los favores sexuales de nuestras antiguas meretrices sagradas suponían un filtro para eliminar la agresividad y violencia puesto que aquellos cansados viajeros encontraban un recinto idílico de relax sexual en el Templo de Istar y la aplicación de dicho código era eventual, puesto que era una ciudad segura y alegre.
Las vírgenes hieródulas encarnaban a la diosa de la fertilidad, hieródula significa pura y a través del acto sexual tanto hombre como mujer podían acceder a la diosa y esta a cambio otorgaba placer sexual como regalo para toda la humanidad.
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