Poesía del Abedul
Con las livianas semillas
que al páramo trajo la brisa
vinieron con alas de aire y prisa
el adusto pueblo de las maravillas.
Cruzaron la línea del rojo sendero
Destellos del sol radiante,
Los colonos de tronco austero
arraigando en el suelo, en aquel instante.
Enraizadas firmes, las fértiles simientes
Crearon el bosque de nuestra memoria
Especie muda que observó nuestra gloria
Cayendo en el olvido de nuestras gentes.
Protectores fuisteis, de los pueblos alados
¡Vosotros, tribu de los abedules!
La diosa os prometió los caminos dorados
Las sendas hacia los cielos azules.
Recuerdos sois, de viejos santuarios
De nuestra tribu, raíces reencontradas
Sois siempre, mensajeros y emisarios
de los alados entes y de las hadas.
Os nombro, entre mi gente
Para restablecer el círculo sagrado
Para madurar en el vínculo añorado
Y devenir uno, con vuestra simiente.
Viejos amigos, enlazados con nuestra energía
Supremos, sabios y confidentes hermanos
Pacientes en quietud, calma y armonía
Sois nuestros misterios y enigmas arcanos.
Sabemos de vuestras riquezas divinas
De vuestras cortezas y mágicas ramas
De vuestras dulces savias y resinas
Sabemos de curativas medicinas
Que sanan febriles cuerpos y ajadas almas.
Flores de abedul en nuestros cabellos
Hechizos en las noches estancas
Vuestros espíritus como destellos
en nuestras ánimas blancas.
Hojas de vuestro ensueño y estrellas
De vuestro amanecer vital
Os admiramos como a hadas bellas
Cuando recorren la noche boreal.
No importa las palabras que escriba
No es causa primordial
Importa, esta emoción tangible y real
Vivir lo que el árbol nos inscriba
en nuestro corazón tribal
Importa lo que el espíritu reciba
del abedul estoico y fraternal.
Os abrazamos abedules
Aspiramos el aroma de vuestras flores
Saboreamos vuestros frutos de amores
soñando con Lunas Azules,
cuando la diosa, atiende nuestros clamores
¡Ya suena la danza de los abedules!
Melodías entre zarzas
La diosa muestra sus primores
La hoguera crepita en los albores
de la noche que se alza
con matices seductores.
Se oyen grullas y garzas
Con sus coros delatores
Son los compases que ensalzan
a estos árboles cantores.
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