«No soy un borracho,
pero tampoco soy un santo.
Un hechicero no debería ser un "santo"...
Debería poder descender tan bajo como un piojo y elevarse tan alto como un águila...
Debes ser dios y diablo a la vez.
Ser un buen hechicero significa estar en medio de la tormenta y no guarecerse.
Quiere decir experimentar la vida en todas sus fases.
Quiere decir hacer el loco de vez en cuando.
Eso también es sagrado.»
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