miércoles, 16 de febrero de 2011

ARBOLES SAGRADOS II

El Manzano silvestre





Los restos carbonizados de manzano silvestre encontrados en las excavaciones de aldeas lacustres del neolítico muestran que el mananzano silvestre viene siendo utilizado desde hace mucho tiempo en nuestro ciclo cultural.



Los antiguos persas, llamados por el espíritu de Zarathustra a ennoblecer la civilización caída y limpiarla de influencias demoníacas, se encargaron de convertir el máximo número posible de plantas silvestres en plantas de cultivo. Gracias a ellos la humanidad conoce ahora el manzano de cultivo. A través de los persas lo conocieron los romanos que a su vez, lo llevaron al norte de Europa. Apesar de las ventajas que ofrecía esta fabulosa manzana de mesa, los celtas y germanos conservaron su propio nombre de la fruta( germano,apful; celta, aval ) sin adoptar la voz latina. Consideraban sagrado al manzano: era el símbolo de la inmortalidad, de la perfección y la pureza y sus flores eran el signo del amor y la fertiliudad. Junto con el roble, el abedul, el aliso, el sauce, el acebo y el avellano, el manzano era uno de los siete árboles mas sagrados del bosque de los druidas.



El manzano silvestre crece en los claros del bosque desde Noruega hasta el Cáucaso. En primavera ofrece abundante néctar a las abejas y en otoño sabrosos manjares al venado. Debido a que los compañeros de la diosa del bosque, los jabalíes, ciervos y corzos gustan de reposar bajo los manzanos silvestres, el árbol era relacionado con la gran diosa. La diosa Blanca se les aparecía a los celtas bajo las ramas del árbol en forma de cierva blanca. Este motivo se conservó hasta la Edad Media. Se la recuerda como a una casta virgen sentada bajo un manzano en floración en cuyo regazo descansa la cabeza de un unicornio blanco.



En la leyenda nórdica es la diosa Iduna quien guarda las manzanas de oro de la juventud eterna. En la leyenda griega, el árbol de las manzanas de oro era guardado en el extremo occidental del mundo por las Hespérides, las hijas de la noche, con la ayuda de un dragón.

Los hebreos y egipcios no conocían la manzana y sin embargo, este motivo indoeuropeo de la diosa que guarda las manzanas de la vida en el jardín del paraíso entró a formar parte del mito biblíco de la creación.
 
 

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