Innana es una antigua diosa sumeria, que pervivió los múltiples cambios de las culturas humanas asentadas hoy en día en lo que se conoce como Mesopotamia. Innana es una de las descendientes directas de la diosa neolítica conocida como serpiente-ave. También se la separó en diosa serpiente y diosa ave, imágenes perennes de trascendencia y profundidad espirituales. La diosa neolítica representaba a la Gran Madre Universal, y para esa época todo era concebido a través de esa imagen de la vida, muerte y renacimiento, ya que el misterio de ese ciclo se vivía constantemente por la comunión de los seres humanos con la naturaleza. En especial dado que la relación entre el crecimiento de los granos, el apareamiento y el nacimiento de los animales y la vida de las personas era cada vez más íntima gracias a la domesticación de los animales y la incipiente agricultura. Los animales representaban esas alturas y profundidades del espíritu que dominaban lo que a los humanos se les escapaba: el cielo, las profundidades de la tierra, la noche. Los animales de Innana eran el búho, la serpiente y el dragón.
Tanto los dragones como las serpientes tenían los atributos del control sobre el agua y el renacimiento. Hay sellos cilíndricos e himnos que retratan a Innana como el dragón, lo que la convierte en una diosa del inframundo. Su relación con el agua da cuenta de la dependencia de la antigua Sumeria con los ríos Tigris y Éufrates que eran tanto necesarios como destructivos. Como tal dan la vida, la sostienen, pero también traen la muerte. Esta relación insiste en el balance de los principios duales representados por Innana, quien contenía tanto la belleza y la vida con la inminencia de la muerte y el caos.
Sumeria es una de las primeras civilizaciones conocidas. Se cree que allí, en los actuales Siria e Irak, nació la primera ciudad, la primera escritura fonética (cuneiforme), los primeros asentamientos humanos con la domesticación de animales y agricultura. Eso significa que desde hace diez mil años aproximadamente, los humanos ya teníamos más o menos el clima, la fauna y la flora que hoy en día conocemos. La cultura sumeria, al igual que la mayoría de culturas neolíticas sedentarias sufrieron la invasión de oleadas de salvajes indo-europeos, cambiando para siempre su modo de vida, su cosmovisión y por lo tanto su religión. Hoy en día lo que criticamos sobre el patriarcado tiene alrededor de cinco mil años, y sirvió para desarrollar en los humanos la capacidad de racionalizar, seleccionar, separar y comprender los componentes individuales de su mundo, separándonos de la naturaleza, pero llevándonos hacia el desarrollo de nuestro potencial intelectual. Ahora, con el deseo de superar esa etapa de análisis y separación podemos ir a la etapa de síntesis. Podemos ir hacia esos orígenes y descubrir aquello que quedó sepultado bajo el paso del tiempo y recuperar la sabiduría que necesitamos para transcender el estado actual de consciencia en el que estamos. El equilibrio debe ser restaurado y este es el momento de esa transformación, conociendo los aspectos sombríos (oscuros o luminosos) de nuestra psique.
Sobre la diosa Innana se pueden decir muchas cosas, porque existen varios himnos, tabletas y sellos que cuentan varias historias y mitos sobre ella. Con la invasión de los Acadios a Uruk, la primera ciudad como tal de la que se tiene conocimiento en Occidente, se dieron cambios en algunos aspectos de la religión, de la cultura y todo lo que las compone, de los sumerios. Así Ishtar fue sobrepuesta a Innana y se entretejieron sus mitos. Pero hoy quisiera ir a un aspecto antiguo de la diosa Innana, quizás anterior a la época de Uruk (4000 años A.C.) y que es de vital importancia para el desarrollo actual de lo que llamaremos el camino del Alma.
El mito del descenso a los infiernos de Innana es el siguiente:
Innana baja al inframundo para enfrentarse con su hermana Ereshkigal (algunos dicen que para usurpar su trono, otros dices que desciende para conocer la muerte). Irkalla o kur es la tierra del no retorno, y allí desciende la diosa. Pero se topa con siete puertas ante las cuales debe ir dejando cada una de sus joyas y sus prendas. La "Reina del Cielo" debe abandonarlo todo y se encuentra desnuda en la cámara del trono de su hermana. Ereshkigal lanza su furia sobre Innana y ella convertida en un cadáver con su carne pudriéndose y secándose es colgada de un gancho sobre la pared. Después de tres días, viendo que su ama no regresa y tal como fue instruida, Ninshubur acude a los dioses y es atendida por Enki. Enki produce dos seres: kurgarra y galatur (otros mitos dicen que fue la misma Ninshubur), que convertidos en moscas, descienden al Averno y al escuchar a Ereshkigal quejarse de unos terribles dolores de parto, empiezan a lamentarse igual que ella (mostrando empatía y compasión), por lo que Ereshkigal les ofrece regalos. Ellos piden el cuerpo que cuelga del gancho y dándole el agua y el alimento de la vida, Innana renace. Al ascender, le dicen que alguien debe tomar su lugar, e Innana al ver que su marido Dumuzi ha usurpado su trono en su ausencia, les dice a los demonios que se lo lleven. Pero la hermana de Dumuzi llora y se ofrece en su lugar. Con compasión Innana declara que ambos, Dumuzi y su hermana, se alternarán seis meses sobre la tierra y seis en el inframundo (generando las estaciones), poniéndoles en las manos de la eternidad y haciéndoles inmortales.
El camino hacia la sabiduría reside en descender al centro de uno mismo, esa oscuridad absoluta y allí poder desprendernos de todo lo que creíamos ser. Una vez desnudos de nuestras creencias, apegos o lo que codiciábamos, nos hallamos frente a nuestro verdadero Ser. Nos sacrificamos a nosotros mismos en el altar del desapego y renacemos de nuestra propia oscuridad. Es un camino arduo, permanente y sólo pocos conocen el fin y la meta de ese caminar, pero las recompensas son muchas; recompensas que sólo puede entender nuestra Alma, ya que para nuestros cuerpos físico, mental y emocional, tal renuncia resulta similar a la muerte.
La Sabiduría no es un pensamiento ni la intelectualización, sino que reside en un nivel muy profundo y se pone en contacto con nosotros a través de la intuición. Innana representa la evolución del Alma a través de un trabajo duro y a veces de experiencias amargas. Todos, hombres y mujeres, podemos ponernos en contacto con nuestra parte sabia, poderosa y valiente, que se enfrenta constantemente con nuestros lugares más oscuros y allí sanarnos y amarnos. El Arquetipo de la Mujer Sabia, tiene como una de sus características la apertura al cambio.
Trabajar con la diosa sumeria Innana es trabajar la transformación personal y recordar que somos como el ave fénix: nacemos, morimos y renacemos de nuestras cenizas, aunque este viaje no se vea en la superficie, sino en el interior. La sabiduría de Innana reside en el balance de los opuestos, en la integridad psíquica frente a la separatividad, en la comprensión de la unión de los contrarios: vida/muerte, día/noche, bien/mal, luz/oscuridad, etc. En este equilibrio, el de los opuestos, reside la verdadera Sabiduría, la que halla dentro de sí el valor profundo de todo. Hoy existe la búsqueda de la reinstauración de las Diosas como un camino hacia la Trascendencia, una reinstauración del polo divino femenino que por mucho tiempo fue negado. Esta reinstauración tiene el objeto de traer hacia nosotros una mayor capacidad compasiva, como parte de la comprensión de la totalidad y el balance de los polos. De esta manera nos acercamos más a la Sabiduría y actuar con rectitud, abandonando el temor. Así daremos los pasos hacia con la valentía de morir a nosotros mismos, para renacer transformados, transmutados, y a lo mejor más felices, más conscientes y más libres.
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