jueves, 26 de mayo de 2011

LOS 10 ERRORES METAFISICOS MAS COMUNES

Cuando comenzamos a transitar el camino espiritual, buscamos la perfección en nuestras vidas. Tratamos de mejorar nuestro carácter, costumbres, ideas, alimentación, y hasta la vida social. A veces,


hacemos sacrificios con el fin de alcanzar una vida más plena y feliz;

sin embargo, muchas veces no llegamos al estado de éxtasis o plenitud

que anhelamos. La decepción puede llevarnos a rechazar la disciplina

que habíamos emprendido, o en el peor de los casos, puede

desmoralizarnos a tal punto de pensar que “Dios se ha olvidado de

nosotros”. Cualquiera sea la reacción, ésta sólo nos está señalando

que hemos cometido un error. Y un error puede ser corregido.



El Universo funciona como una gran computadora: hay que saber presionar las teclas adecuadas para obtener lo que se desea. Cuando no lo estamos

haciendo, la computadora se detiene, espera fría y silenciosamente la

señal eléctrica correcta. El Universo tiene sus “teclas” y la

metafísica nos enseña ¿cuáles son? Algunas escuelas esotéricas han

tergiversado estas enseñanzas, quizá sin ninguna mala intención, con lo

que han llevado a muchas personas a cometer errores y a frustrarse en

sus expectativas.



Algunos de los errores más comunes son los siguientes:



1. ENVOLVERSE EN UNA BURBUJA DE PROTECCIÓN, O EN UNA LUZ, O EN COLOR, O EN ÁNGELES, O EN CUALQUIER OTRA FORMA QUE PROTEJA DE LOS PELIGROS QUE

EXISTEN AFUERA



Lo único que logra este tipo de ejercicio es fomentar la idea de que algo externo puede tener más poder que nosotros. Nuestra mente percibe que hay algo allí afuera que puede, por

ejemplo, lastimarnos o hacernos daño. Pero, según las enseñanzas

espirituales. TODO ES DIOS; por lo tanto, nada puede hacernos daño. En

realidad, debería practicarse algún tipo de ejercicio de reconocimiento

de la seguridad personal. Este ejercicio podría decir: “Vaya donde

vaya, estoy siempre a salvo, estoy rodeado de hermanos, vivo en el

mundo que Dios ha creado y sólo veo amor en todas partes”. En síntesis,

al elegir ¿qué ejercicio mental o meditación hacer, se deberá buscar

aquel que nos recuerde la naturaleza divina de la vida y no el peligro

que percibe nuestro ego.



Muchas personas creen que repitiendo ciertas afirmaciones pueden transformar su situación personal, lo que encierra un error. No son los pensamientos lo que determinan nuestra

realidad sino nuestras “creencias”. Solamente los pensamientos que

hemos internalizado y tomado como nuestra verdad son los que se

manifiestan. Dicho de otra manera, aquello que “sentimos” internamente

que es así es lo que toma forma en el mundo externo. La mente humana

produce un promedio de 60,000 pensamientos diarios, la mayoría de los

cuales son negativos. Las afirmaciones son necesarias para lograr

implantar una creencia nueva en nuestra mente subconsciente y la

repetición de estas afirmaciones es un procedimiento adecuado, pero

hasta que no le agregamos la emoción o sensación que acompaña a esa

idea no la internalizamos como una verdad dentro de nosotros. La

repetición de palabras carentes de emoción no es efectiva. Por lo tanto,

si yo repito “Vaya donde vaya, estoy siempre a salvo” pero no me

siento realmente seguro, de nada me servirá. Es necesario seleccionar

ejercicios mentales, meditaciones o visualizaciones que fomenten las

creencias de paz, armonía y prosperidad.



2. ENVIAR LUZ A OTROS PARA QUE MEJOREN



Se puede enviar luz o energía a otras personas para que se curen de cierta enfermedad, para que mejoren su situación económica, su vida afectiva,

y demás. La mayoría de estos ejercicios se parecen más a una forma de

manipulación que a una verdadera ayuda espiritual. Primero y principal:

si se va a ayudar a otro, hay que asegurarse de que la persona lo pida

y lo necesite. Si esto no se da, tenemos que trabajar con lo que

estamos percibiendo, porque el problema es algo personal que nos atañe a

nosotros mismos y no a la persona que está sufriendo.



La mayoría de los problemas son sólo momentos de prueba que está viviendo un individuo; son necesarios y muy útiles para el “despertar de su

conciencia”. Nunca sabemos en realidad desde afuera cuán importante

puede ser para cada persona la situación que está atravesando en

determinado momento. Podemos percibir esa situación como algo terrible,

doloroso, injusto o innecesario, pero cualquiera sea nuestra

interpretación nunca será correcta ni completa. El enviar la luz a la

persona podría acelerar o entorpecer su ritmo personal. Nuestra

intervención es innecesaria y, la mayoría de las veces, no es más que un

deseo egoísta de que la persona resuelva rápido su problema porque

éste nos despierta angustia o dolor.



Personalmente, recuerdo que una vez se acercó un amigo íntimo a decirme que estaba muy preocupado por mi situación. Yo le respondí que su preocupación no me ayudaba, que

si realmente quería hacer algo bueno por mí, tenía que confiar en mí y

saber que mi Guía Interior me revelaría en el momento adecuado lo que

yo necesitaba hacer. En lugar de enviar luz a otros cada vez que veas

una situación difícil, comienza por enviarte luz a ti mismo para que tu

Guía Interior te haga ver la Verdad que está operando en dicha

situación.



3. CREER QUE VAMOS HACIA DIOS, QUE EVOLUCIONAMOS ESPIRITUALMENTE



No vamos hacia Dios, YA ESTAMOS EN DIOS. Todo lo que nos rodea forma parte del gran cuerpo universal de Dios. No evolucionamos espiritualmente.

Nuestro Espíritu es Perfecto y Completo; no puede ni tiene que

evolucionar. En realidad, es un problema semántico, ya que la evolución

espiritual no existe. Lo que queremos significar con eso es el

despertar de nuestra Conciencia a esa perfección y cuanto más rápido lo

hacemos, más plenos y felices vivimos. Tal vez el error provenga de

las enseñanzas religiosas que nos dicen que Dios está “en el cielo”,

como si nosotros estuviéramos separados de El. Nosotros y el “cielo”

somos UNO, y debemos aprender a reconocerlo y a vivenciarlo; en eso

consiste nuestra Evolución de Conciencia o Despertar Espiritual.



4. ANGUSTIARSE O PREOCUPARSE CUANDO HAY UN FAMILIAR ENFERMO O ATRAVESANDO ALGÚN TIPO DE CRISIS



En nuestra cultura está bien visto que uno se aflija o sufra a la par de sus seres queridos; sin embargo, eso sólo aumenta el pesar. Si

interpretamos nuestro pesar desde otro nivel, esto significa que

creemos más en el poder de la enfermedad o la crisis que en la

solución. Cuando uno se aflige por la enfermedad de un ser querido,

agrava esa enfermedad, le da más fuerza y poder. La solución es hacer

un esfuerzo personal y reconocer que, más allá de nuestro

entendimiento, hay una Inteligencia Superior que está actuando y que

tiene el poder de restaurar completamente a nuestro ser querido, si así

lo desea dicha persona. Lo mismo ocurre con cualquier tipo de problema

o crisis. Si nos afligimos, es porque nuestro ego ha aceptado que hay

una fuerza más potente que el Poder Divino.



5. CREER QUE UNO HA SIDO “ELEGIDO” POR DIOS



Muchas personas que estudian en escuelas esotéricas se sienten especiales y evolucionadas. Sienten que Dios los ha conducido al lugar adecuado para

su crecimiento y evolución; que la información que va a recibir es muy

importante y no puede divulgarse a personas que no están tan

evolucionadas, porque no tienen la capacidad para entenderla o para

darle un buen uso. Esta presunción se convierte en una forma de

arrogancia, nada espiritual, que nos hace pensar que somos

privilegiados, especiales, elegidos, y que los demás están descarriados o

perdidos en la vida. Esta forma de arrogancia también se ven en las

religiones que se sienten propietarias de Dios. Si uno no sigue su

culto, está perdido. En el Universo existe un solo Dios y es el mismo

para Todos. Los humanos inventan diferentes maneras de rendirle culto,

crean dogmas y doctrinas, pero, en esencia, todos adoramos al mismo

Dios. Todos somos iguales antes los ojos de Dios. Para El, nadie está

más adelante ni más atrás. Nadie vale más ni menos. Cualquier

interpretación y clasificación como ser especial corresponde al terreno

del ego humano y no al terreno de lo divino.



6. SACRIFICARSE POR OTROS



No hay nada más inútil e insatisfactorio que sacrificarse por los demás. Las tareas que se hagan por los demás deberán hacerse con amor o, de lo

contrario, evitarse. Todo lo que se hace con amor es placentero; por

lo tanto, no pesa ni molesta. Por el contrario, todo lo que se hace con

sacrificio genera presión interna, rencor, enojo, molestia y, a veces,

hasta odio. El sacrificio por los demás está aprobado socialmente y es

muy bien visto. Uno puede sacrificarse, por ejemplo, por los hijos,

por los padres, por la pareja, por la profesión, por los niños

desamparados, por alguien enfermo, por la institución religiosa a la que

pertenece, por la empresa que da trabajo. La lista podría ser

interminable y no es más que un muestrario de la acción equivocada de

nuestro ego. El sacrificio va muy de la mano con la manipulación. Por

ejemplo, una madre que ha dejado su vida de lado por los hijos, tarde o

temprano, usará su postura como válida para exigir algo de ellos; el

novio o novia que cambia su rutina y deja de hacer ciertas actividades

por el otro tratará después de exigir lo mismo. La próxima vez que

vayas a sacrificarte por alguien, pregúntate primero si ese alguien te

lo pidió. La actitud de mártir no lleva hacia Dios como muchos creen,

sólo el camino del amor. Haz las cosas con amor o no las hagas.



7. DEPENDER DE AMULETOS, ESTAMPAS RELIGIOSAS, CRISTALES, VELAS, IMÁGENES, O CUALQUIER OTRO TIPO DE ELEMENTO



Es cierto que los materiales tienen su propia energía y que el contacto con ellos (en especial, con ciertos cristales cuarzos) produce cambios

en nuestra vibración personal y que pueden ayudarnos en el proceso

curativo. También es cierto que algunas figuras, imágenes y colores

producen reacciones psicológicas que nos estimulan; a veces para bien,

otras para mal. Las estampas religiosas y otros objetos, tales como

cadenas con cruces, estrellas de David y demás nos recuerdan nuestras

posturas espirituales. El problema es que la mayoría de estos elementos

se convierten en amuletos y les damos más poder del que en realidad

tienen. Hay personas que se sienten indefensas sin su cruz, la estampita

de su santo protector, su cristal preferido o cualquier otro amuleto

de su preferencia. El amuleto pasa a ser Dios. Vivir pendiente de un

objeto es limitar la Presencia Divina a ese objeto. Dios es

Omnipresente: está aquí, allá y en todas partes. Lo peor sucede cuando

una persona extravía su amuleto o éste se le rompe. La mayoría de las

veces esto se interpreta como un presagio de que algo malo va a

suceder. Esta idea es producto de creer que la persona se encuentra sin

su protección y que, en consecuencia, los demonios y las energías

negativas pueden afectarla. Vivimos en un Universo Mental. “Todo lo que

Creemos se hace Realidad”. ¿Por qué no creer entonces que el mejor

amuleto con el que cuento es mi Naturaleza Divina? Nadie ni nada puede

despojarnos de lo que somos realmente.



8. CREER QUE UNO PUEDE GUIAR A OTROS O QUE PUEDE SER GUIADO



Sentir que gracias a uno otras personas se iluminan o, al revés, que la presencia de otros nos devuelve la luz es pura ilusión del ego. La

verdadera Guía es Interna, es tu Intuición, la Voz de tu Espíritu.

Muchas veces esa voz coincidirá con lo que escuchas de afuera y

pensarás que alguien te está guiando. Pero, apenas aceptes a alguien

como tu ídolo, comenzarás a fabricar tu propia decepción. Ocurre lo

mismo si alguien te ha entronizado y te ha tomado como líder; en algún

momento los problemas de tu vida personal lo decepcionarán.



Todos aprendemos y enseñamos al mismo tiempo. Por tal motivo, es conveniente mantener una actitud receptiva hacia las señales que recibimos de

nuestro entorno y ver qué resonancia producen en nuestro interior. No

eres el salvador ni la guía de nadie. Ninguna vida depende de tus

conocimientos ni de tus esfuerzos. Esto es cierto también al revés.

Nadie te rescatará ni te salvará, excepto tú mismo. El mejor Guía con

que contamos está dentro de Nosotros. Nos habla con voz suave y

paciente, sin obligarnos a nada; nos indica siempre el camino más corto

y más feliz, nos da la idea más adecuada y la respuesta que

racionalmente no podemos encontrar. Por eso, es conveniente practicar

meditación y ejercicios de relajación para poder escuchar esa voz. Si

vives de prisa, tenso, angustiado y con un ritmo acelerado, seguramente

no oirás la “voz de tu intuición” y buscarás guías externas. Hay

personas que son muy positivas y estimulantes, y podrán ayudarte en un

principio. Evita idolatrarlas y evita también ser idolatrado. Recuerda

siempre que la “Guía más válida y acertada está siempre dentro de ti”.



9. CREER QUE LOS MAESTROS ESPIRITUALES SON AQUELLOS QUE NOS PROVEEN DE LA INFORMACIÓN TEÓRICA

Tendemos a caer muy fácilmente en la creencia de que las personas que nos enseñan son adelantados y que ya han superado muchas pruebas en su vida.

En algunos casos, esto es totalmente cierto; en otros, no. El hecho de

que una persona transmita una determinada información no la coloca en

un grado superior. Debes recordar que cualquier forma de idealización o

selectividad corresponde al terreno del ego.



Los verdaderos maestros espirituales son aquellos que nos ponen a prueba y vienen “disfrazados” de hijos, padres, jefes, amigos, enemigos, animales,

plantas y demás. Son aquellos que nos traen problemas. Ellos son los que

realmente nos enseñan las lecciones que tenemos que aprender porque

nos ponen a prueba. Todas las religiones del mundo enseñan que Dios es

Amor, que vivir con Dios significa expresar Amor a los demás. Algunas

personas asisten a templos, iglesias, o escuelas esotéricas, donde

reciben esta información, pero luego van a sus casas y se pelean con

sus familiares, critican a sus vecinos, odian a sus jefes, a los

políticos, a los animales, a individuos de otras razas o culturas.

Ellos todavía no han aprendido la lección y la vida los llevará a

enfrentarse una y otra vez con la misma situación o persona… hasta que

aprendan a mostrar amor.



Haciendo una comparación con la enseñanza tradicional, los líderes espirituales o religiosos son los “libros” que nos dan la información; las personas que nos traen

problemas son los maestros que “nos toman el examen” para ver si

pasamos la prueba o no. Existe una Ley en el Universo: Todo lo que nos

molesta, complica, enreda, o todo lo que odiamos, se nos “pega”. Esto

ocurre hasta que aprendemos a amar la situación. Entonces, ese problema

o esa persona se convierten en el maestro espiritual de ese momento.



10. CREER QUE UNO NO PUEDE ENOJARSE, TEMER, O SENTIR CUALQUIER OTRA EMOCIÓN NEGATIVA POR ESTAR EN EL CAMINO ESPIRITUAL

Esta creencia nos lleva a una gran represión de la ira y de los enojos, que hacen su reaparición más tarde bajo la forma de rencor, crítica o

rechazo. Mientras estamos en el plano terrenal, vivimos las sensaciones

y las emociones de este plano. Algunas de ellas son muy placenteras,

otras no. El tener un conocimiento intelectual acerca de la acción

destructiva de ciertas emociones no las hace desaparecer. Uno puede

saber lo malo que es el enojo y, sin embargo, no puede evitar enojarse.

En realidad, uno sí puede evitar enojarse, o asustarse o angustiarse,

pero eso exige un entrenamiento. Durante dicho entrenamiento, hay

momentos en que podemos dominar la rabia y la ansiedad, y otros en los

que nada puede calmarnos. Una vez que aparece el enojo, lo mejor es

descargarlo de la manera más positiva posible. Es mucho peor reprimirse

e intentar decir: “Todo está bien en mi mundo”, cuando uno

internamente está sintiendo el deseo primitivo de querer atacar a

alguien.



La mayoría de las personas que transitan el terreno espiritual son muy exigentes consigo mismas y pretenden erradicar completamente de sus vidas este tipo de reacciones. Esto no resulta

desacertado pero se logra a través de un proceso. Sé amable contigo

mismo y, de vez en cuando, date el permiso necesario para maldecir,

golpear un almohadón, gritar, llorar y expresar, como mejor te resulte,

todas las emociones negativas que te toca vivir.



La mayoría de los errores aquí enunciados están generados por la actitud crítica de nuestro propio ego. El ego no puede desaparecer porque necesitamos de

él para actuar en este plano. La “solución” es ponerlo alineado con

nuestro Espíritu.





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